Son tu caballo de batalla: tus piernas y tus glúteos se muestran flácidos y tu deseo es que estén firmes. La bicicleta puede convertirse en una buena aliada. Y es que la ventaja es que al pedalear trabajas, sobre todo, los músculos del tren inferior, es decir, piernas, caderas y glúteos, con el añadido de que si se pedalea de pie, también ejercitas los brazos. Por eso, al ponerte a dar pedales, desarrollas las articulaciones y los músculos de las piernas, las caderas y los glúteos y te ayuda a perder grasa en los muslos y las pantorrillas. Junto con la carrera y la natación, es una de las mejores maneras de mejorar la capacidad aeróbica. Además, la bicicleta ayuda a incrementar el gasto calórico y a combatir los problemas de sobrepeso.
Un extra. Además, no sólo tiene beneficios en el cuerpo, sino que tiene un efecto muy positivo en nuestra mente y en nuestro bienestar general, pues, además ayuda a combatir el estrés y la ansiedad, y produce ciertos efectos antidepresivos.
¡Manos a la obra! Si tu idea es comenzar a practicar en el gimnasio, lo mejor es que apuestes por ropa de algodón (o transpirable), unas mallas elásticas o culotte de ciclista y unas zapatillas con suela de goma, para que el pie no se resbale del pedal. Y si prefieres montar en bici al aire libre este verano, necesitarás unas buenas gafas de sol y crema protectora, además de una botella de agua y una toalla siempre a mano.