Aliada indispensable de tu maquillaje, es la auténtica reina de los productos de la tez. Sin embargo, no siempre es sencillo elegir la que más te conviene o la que mejor te va entre los cientos de opciones que existen. Si alguna vez te has equivocado al elegirla, toma nota de estas tres claves que, sin duda, te ayudarán la próxima vez.
1. Hay que buscar el producto más adecuado a nuestro tipo de piel. Libre de aceites para cutis grasos o mixtos; más nutritivo para los secos o muy emoliente para las pieles maduras. De esta forma, tiene también una acción de tratamiento y evitamos reacciones indeseadas.
2. Después, hay que apostar por la cobertura deseada, más ligera cuanto más natural sea el efecto buscado. Si, por el contrario, se necesita tapar más las imperfecciones, conviene una fórmula más cubriente.
3. El paso siguiente es, tal vez, el más complicado: elegir el color. No olvidemos que ha de ser siempre, siempre, ¡siempre! exacto al de la tez. A veces es tentador escoger uno más oscuro, para verse algo más morena, pero pensemos en el implacable paso del tiempo: la base que recién aplicada se ve tostada, al cabo de cinco horas queda a manchas, algo que pasa desapercibido si es del mismo tono de la piel. Por cierto, la única manera de asegurarse cómo queda la base sobre el cutis es probándolo. El test más adecuado pasa por extender varios trazos de diferentes colores en la zona de la mandíbula, darles unos minutos y esperar: el que quede más invisible al cabo de ese tiempo es el correcto.