Para la psicoanalista Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “las mujeres que se autolimitan cuando hablan por primera vez con un varón son inseguras: tienen estos ‘cuidados especiales’ para evitar que él se asuste”.
Un tipo interesante y buen conversador seguramente va a aburrirse al lado de alguien que solo sabe sonreír y asentir. En cambio, caerá rendido frente a una mujer tan fascinan te como él . Podés comprobarlo: poné en práctica las movidas que te pasamos y empezá a seducir a cuanto chico tengas delante.
No digas nada... todavía
Antes de iniciar una charla con el tipo que realmente te interesa, conversá con otros que haya en el lugar (el barman o el amigo de tu amiga, por ejemplo). ¿Por qué? Según los expertos en comportamiento no verbal, eso te hará ver como una mujer irresistible: entre los mamíferos la pareja más buscada suele ser aquella que los congéneres también encuentran atractiva. Además, si él te ve charlar con uno y con otro automáticamente va a considerarte una chica relajada y accesible, abierta al diálogo... ¡y al abordaje! Un plus: esto funciona como un entrenamiento exprés (practicás cómo iniciar una charla y sostenerla). Si “ensayás ”con desconocidos , cuando te encuentres con el chico que de veras te atrae vas a estar más canchera.
Guiate por el fifty-fifty
Es verdad: a los hombres les encanta hablar de sí mism os. Sin embargo, no te conviene instalarte en el rol de simple oyente. Según los especialistas, esto pod ría interpretarse como desinterés de tu parte o como el deseo de ocultarte del otro. “Una persona que no conversa no es considerada misteriosa, sino alguien que no quiere que la conozcan: prefiere estudiar al otro antes que mostrarse”, explica la psicoanalista Laura Orsi, de la APA. Entonces, en lugar de quedarte callada y asentir cada tanto con tu cabecita, animate a la charla. La dinámica es la misma que cuando estás con tus amigas: ellas te dicen algo, vos les contás alguna otra cosa sobre el mismo tema; vos preguntás algo y ellas te contestan. De ese modo, él no va a pensar que estás embolándote ni tampoco creerá que estás analizándolo o sacándole información sin aportar nada sobre vos. Compartir con él algunos detalles de tu vida o de tu personalidad va a crear una inmediata sensación de intimidad.
No hables de más... ni de menos
Ya lo sabés: jugar a la mudita no es la mejor manera de atraer galanes. Pero tampoco te ubiques en el otro extremo: llenar a un hombre de detalles que nunca te pidió, solo para buscar algún parecido entre ustedes, también puede ser patético. “Evidentemente, hay un nivel de ansiedad que se nota a simple vista. Una mujer que está sola y tiene muchas ganas de conocer a alguien, quizá deja traslucir eso de un modo un tanto violento”, afirma Orsi.
¿Entonces? Para empezar, sacá el pie del acelerador y compartí “el micrófono” con ese chico que te interesa. Y si surge un tema que los enfrenta, no te achiques. Según Orsi, “alguien que defiende sus ideas con pasión generalmente resulta atractivo. Las visiones encontradas y hasta mutuamente excluyentes pueden convertirse en algo muy sexy”. Además, esto te obligará a develar ciertos puntos de vista y hasta detalles de tu vida personal que sin dudas atraerán su atención.
Dejá que tu cuerpo hable
Más de la mitad de lo que una persona comunica no se transmite verbalmente sino a través del silencioso (pero elocuente) lenguaje corporal. “Nuestro cuerpo expresa lo cómodas o no que nos sentimos mientras charlamos. Tratá de mostrarte siempre abierta”, dice Orsi. ¿Cómo? Empezá por imitar sus gestos.
Además, mantené tus manos a la vista de él (eso demuestra que decís la verdad) y evitá cruzarte de piernas o de brazos (son actitudes claramente defensivas). ¿Otro truco que debés tener en cuenta? Se lo llama “la proporción cinco en 15”, y consiste en tocarlo al menos cinco veces en un período de 15 minutos. Pero que te quede bien claro: no hablamos de un manoseo ni de nada que lo haga sentir incómodo o amenazado, sino más bien de un contacto amistoso, empático y como al descuido. Podés rozar sus manos al hablarle, tocar su muñeca con el pretexto de mirar su reloj, agarrarlo suavemente de un hombro o acercar tu
rodilla a la suya.
Olvidate de ir a lo seguro
En una primera charla los temas menos conflictivos casi siempre son los más seguros: no hay muchas posibilidades de que metas la pata. Pero después de un rato de conversación te conviene probar con cosas un poco menos previsibles (sin zarparte, claro). No se trata de exponerte inútilmente, sino de abandonar tu lugar de comodidad. Según Guraieb, “a veces, por ejemplo, evitamos el humor o las ironías por temor a las malas interpretaciones”.
Pero esto quizá te impide mostrarte como una chica divertida. Entonces, animate a confesar la vez aquella que ganaste un concurso disfrazada de gallina o contale de alguna habilidad ridícula que tengas (¿mover la orejas, quizá?) Eso te hará ver tan segura de vos como para tomarte un poco en chiste, y a la vez hará que tu recuerdo se “ancle” a un detalle lo suficientemente original como para resultarle inolvidable. Y esa es la idea, desde ya: que él te vea desde esa primera vez como alguien tan único, tan especial, que seguramente va a tener ganas de algo más que una charla a las apuradas.