
* En verano. Es fundamental, con la llegada de los meses de calor, tener en cuenta nuestro fototipo para proteger la piel de manera consecuente y utilizar la protección necesaria. Una exposición solar excesiva, sin fotoprotección y con la piel impregnada en productos que contengan alcohol, puede ser motivo de la aparición de antiestéticas manchas cutáneas. Aunque el principal problema es que dan a la piel un aspecto de envejecimiento prematuro, que en algunos casos pueden derivar en cáncer de piel.
* Con la llegada del otoño. Una vez pasada la temporada de sol por excelencia, es momento de evaluar nuestra piel y controlar si ha habido algún cambio en manchas o lunares. Si es así, lo más importante es acudir al dermatólogo para que haga un diagnóstico de las posibles lesiones de la piel.
* ¿Y en invierno y primavera? En estas etapas intermedias y menos extremas, la hidratación es vital para que la piel recupere el agua perdida durante los meses de más calor y llegue en perfecto estado al verano. Ten en cuenta, además, que el frío y el viento y los cambios bruscos de temperatura deshidratan la piel y aceleran su envejecimiento.
Y además... Los dermatólogos recomiendan utilizar fotoprotección durante todo el año, pues los rayos solares inciden en la piel en cualquier época y tanto la arena, como el agua y la nieve reflejan los rayos del sol y aumentan su potencia.