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19 abril 2011

Celulitis: los alimentos más ‘peligrosos’

El objetivo es claro: comenzar la batalla contra la celulitis de cara al verano. Y uno de los pilares básicos para luchar contra la piel de naranja es la alimentación. ¿Sabías, por ejemplo, que hay una serie de alimentos que no le van nada bien a la celulitis? Te los resumimos.

* La cafeína. Resulta paradójico la mayoría de los cosméticos anticelulíticos contengan cafeína pero que, tomada por vía oral, pueda potenciar la piel de naranja. Y es que, aplicada por vía tópica, la cafeína estimula la circulación, pero cuando se toman más de dos cafés o refrescos de cola al día, la empeora y, además, provoca un endurecimiento de las arterias. No sólo eso: la cafeína produce una subida brusca de los niveles de insulina en sangre, lo cual lleva al organismo a almacenar todos los alimentos, sobre todo azúcares, en forma de grasa.

* La sal. Cuando tomamos más sodio del que nuestro organismo necesita, éste se ocupa de disminuir su concentración en el cuerpo elevando su tasa de líquido para diluirlo. ¿Cómo lo consigue? Reteniendo hasta la última gota de agua que se encuentra en su camino. Traduciendo: reteniendo líquidos. Y ya se sabe que ésta es una de las principales causas de la celulitis. Claro que la sal no se controla reduciendo tan sólo las veces que usamos el salero. También se encuentra en altísimas cantidades en las comidas preparadas, los aperitivos (patatas fritas, cacahuetes, maíz tostado, palomitas) o los productos conservados en salazón.

* El azúcar. El dulce no sólo se convierte en grasa. Además, provoca una reacción metabólica en los tejidos cutáneos llamada glicación, por la que el colágeno se torna más rígido y pierde fuerza. En consecuencia, la piel pierde firmeza y la celulitis se abre paso con más facilidad. Como sucede con la sal, el azúcar no sólo se presenta en sus formas más obvias, sino que se encuentra oculta en multitud de alimentos preparados. Por tanto, se impone leer con atención las etiquetas, donde se especifica la cantidad de azúcar.

* La grasa saturada. El organismo necesita una pequeña cantidad de grasa para poder absorber determinadas vitaminas, como la E, pero una dieta sana y equilibrada contiene ¡de sobra! la cantidad necesaria para ello. En general, la dieta occidental contiene un nivel muchísimo más alto de grasa del necesario, lo que provoca no sólo obesidad, sino que además doblan el nivel de radicales libres y, con ello, la degradación de las fibras de sostén de la piel.