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11 octubre 2010

¿El Botox es seguro?

Cada vez que te mirás al espejo, pensás que sin esas arruguitas en la frente o alrededor de los ojos estarías mucho más linda. Y, si no es ahora, quizá estés planeando hacerte algo en el futuro. Desde hace algunos años, la aplicación de la toxina botulínica (cuya marca más conocida en el mundo es Botox) ofrece la posibilidad de refrescar la cara, atenuando y retrasando la aparición de las líneas de expresión. Pero que manos extrañas –o mejor dicho, agujas extrañas− te inyecten sustancias –también extrañas− en la cara, te provoca un poco de temor o, al menos, algunos reparos.

“La toxina botulínica ha sido uno de los grandes avances de los procedimientos mínimamente invasivos para refrescar caras y rejuvenecer. Actúa debilitando determinados músculos. De esa manera, al dejar de actuar algunos, conseguimos que trabajen los músculos opuestos a ellos. Así se favorece la eliminación, ordenamiento y disminución de las arrugas del tercio superior de la cara. La utilización de Botox es totalmente segura en tratamientos estéticos”, explica el cirujano plástico Manuel Sarrabayrouse, jefe honorario del Servicio de Cirugía Plástica y Estética del Hospital Italiano y director de la Unidad Académica de Formación en Especialistas en Cirugía Plástica de la UBA.

Algunas advertencias
Sin embargo, unos informes publicados a fines de 2007 por la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) y la Agencia Norteamericana de Administración de Drogas y Alimentos (FDA) provocaron una verdadera alarma. En ellos se advertía que, luego de la aplicación de la toxina botulínica, más de 600 personas habían sufrido efectos negativos e, incluso, 28 habían muerto. Las causas fueron la utilización de marcas que no estaban aprobadas por los organismos de salud.

En nuestro país, existen tres tipos de toxinas aprobadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). De ellas, la marca Botox es la única que cuenta con el aval de más de 18 años en el mercado argentino.

Según señalan los especialistas, elegir una buena marca y un buen profesional son el secreto para que la inyección mágica vuelva el tiempo atrás en tu cara. “Hay que buscar profesionales idóneos y expertos. Generalmente, lo mejor es conocerlos a través del boca a boca. Además, el producto que se aplica tiene que ser de primera calidad”, señala la dermatóloga Rosa Flom, jefa de la Sección Dermatoscopia del Hospital de Clínicas. Por su parte, Sarrabayrouse agrega: “El médico que la aplique debe estar entrenado en el uso de la toxina botulínica. No cualquiera puede hacer uso de ella, porque existe el peligro de afectar equivocadamente algunos músculos vecinos. Este cuadro cede alrededor del mes, cuando la zona recobra su normalidad; pero puede resultar una experiencia muy desagradable”. No siempre la “promoción 2 x 1” resulta la mejor opción.

Exigí garantías
Los dos especialistas señalan que el médico debería mostrar le al paciente qué tipo de toxina utiliza. “El Botox lleva la marca. No es lo mismo el genérico, porque la composición no es exactamente igual. Además, no siempre posee un correcto proceso de manufactura. Entonces, un elemento que es naturalmente seguro puede convertirse en un riesgo”, afirma Sarrabayrouse.

El Botox se utiliza también con fines medicinales para trastornos neuromusculares, enfermedades con contracturas musculares importantes y en muchas otras afecciones. Un ejemplo es la hiperhidrosis (sudoración excesiva), ya que inyectando Botox en las axilas, palmas de las manos o plantas de los pies se bloquea el accionar de las glándulas sudoríparas. Claro que, en estos casos, se emplean casi tres mil veces más unidades que en un tratamiento cosmético.

Falsas creencias
Como todo, el Botox tiene sus mitos. El primero, cuenta la doctora Flom, está relacionado con una supuesta mala dosificación del producto. “A veces vienen las pacientes y me dicen: ‘Me quedaron los ojos levantados porque me pusieron mucho’. Pero es exactamente lo contrario: eso sucede cuando se pone poco”, aclara.

Sarrabayrouse dice que el hecho de ser una toxina impone cierto respeto −y hasta miedos− en los pacientes. “Otro mito es que el Botox provoca pérdida de movilidad en los ojos y que eso da una impresión sobreactuada. Pero esto no depende de la sustancia, sino de la capacidad del profesional. A veces, un mal manejo de la toxina −como la mala dilución− provoca resultados lamentables. Cuando uno hace uso del Botox, al igual que sucede en una cirugía estética, hay que tener ese don tan importante que es la creatividad. Tiene que parecer algo hecho por una varita mágica y no el resultado de un bisturí o de una toxina”.

La edad apropiada
Cada vez mujeres más jóvenes recurren a la toxina botulínica: en los últimos tiempos la mayoría de las que se lo realizan tiene entre 30 y 40 años. “Es que no solamente sirve para eliminar arrugas sino también para evitar su aparición y corregir asimetrías de las cejas, por ejemplo. Además, el Botox da una brillantez a la cara que no se consigue con el mejor cosmético que pueda usar una mujer”, afirma Sarrabayrouse. Flom, por su parte, dice que lo más aconsejable es hacerlo a partir de los 30 años, que es cuando aparecen arrugas significativas. En quienes son más jóvenes, sólo lo recomienda si las arrugas o líneas de expresión están muy marcadas.

Hay que tener en cuenta que el Botox no es para siempre: su duración es, aproximadamente, de cuatro a seis meses. Pasado ese tiempo, hay que aplicárselo nuevamente para mantener el efecto. En cuanto a las contraindicaciones, Flom explica: “No es recomendable durante el embarazo y la lactancia. Como tampoco en caso de algunas enfermedades neurológicas”.