Dos grupos de personas fueron evaluadas y uno de ellos bebía dos vasos de agua antes de las comidas mientras que el otro grupo no lo hacía. El primer grupo consumía hasta 90 calorías menos por comida, lo cual equivale a unas 360 calorías menos si lo aplicamos a 4 comidas diarias y si consideramos que con un déficit de 500 calorías diarias ya podemos perder peso, el aporte de beber agua antes de comer no es menor.
En 12 semanas, la diferencia de pérdida de peso fue de 2 kilos, siendo mayor en el grupo que consumía agua antes de las comidas.
Por supuesto, el estudio fue elaborado con ingesta de agua, insípida y sin calorías, pero si pensamos en que el efecto del agua es mecánico, es decir, distiende el estómago y por eso nos sentimos “llenos” antes de comer, también podríamos recurrir a otros líquidos sin calorías o quizá, el agua con gas que distiende más por ser gasificada.
Es un truco poco novedoso pero al parecer, efectivo. Además, si bebemos agua antes de las comidas, no tenemos nada que perder, sólo ganamos en la posibilidad de adelgazar más y en cubrir las necesidades de líquidos del organismo.