
Sin embargo, nunca hay que descartar la posibilidad de que un tratamiento estético, por eficaz o probado que esté, provoque una reacción alérgica o de una irritación. ¡Y sería mala pata que lo hiciera justo antes de esas fechas tan importantes! Conviene actuar dejando un periodo de seguridad a la piel, dos semanas que sean una especie de “garantía”. Para ello, basta con programar tratamientos, masajes, faciales o demás mimos estéticos con al menos 15 días de antelación al “día D” y así contar con tiempo de sobra para arreglar posibles entuertos.