Las ondulaciones permanentes han recorrido un largo camino desde los años 80, cuando el pelo lucía muy falso, con un ondulado que desde lejos se veía raro y artificial.
Lo bueno de las permanentes modernas, es que pueden ajustarse a las necesidades de cada una, obteniéndose las ondas que se deseen. Hay algunas ondas que consiguen dar cuerpo al pelo fino, aunque hay otras que son mis preferidas, que te dejan con ondas sueltas, llenas de movimiento y brillo.
Para saber si tu pelo está en buenas condiciones para realizarte una permanente, tienes que hacerte la prueba del flotador, que consiste en tomar un par de pelos, meterlos en un vaso con agua y ver si flotan o no. En caso que las hebras de pelo se hundan, significa que tu pelo está tan dañado que absorbe toda el agua, caso contrario, estaría en las mejores condiciones para ser sometido al tratamiento. Mientras más grueso sea tu pelo, más ondulación tendrás.
La permanente de pelo, por lo general demora entre una y dos horas, dependiendo de la cantidad de pelo que tengas, y la habilidad de tu estilista.
Antes de comenzar con el trabajo de la permanente, lleva una idea clara de los rizos que quieres, porque los estilistas pueden controlar el tamaño y lo apretado de cada rizo. Es habitual que el estilista te lleve al sillón y ni siquiera te pregunte el tipo de rizo que quieres, dejándote sometida a sus designios todo el tiempo.
Una manera de no cometer errores, porque la permanente dura casi dos meses, o hasta seis en algunos casos, es llevar fotografías de lo que quieres, y dejar claro que no deseas un pelo tieso como se usaba en los ochenta.