El cuco de pollera y tacos
No hay cónclave con amigas que consiga descifrar el significado oculto de estas huidas. Una de las primeras hipótesis que surgen es: “Debe ser casado”. Y como un gran porcentaje de veces es correcta, por lo menos podés consolarte: como todos los infieles, este tipo no valía la pena. Las chicas te acarician la espalda y prometen estar más alertas frente a los avances de los piratas.
Pero si tenés la certeza de que él no está en pareja con otra, todo se vuelve mucho más confuso. Por más idas y vueltas que le des a cada situación particular (analizás cada palabra que pronunció, la forma en la que te miraba, el gesto que hizo al despedirse, etcétera), al final todo siempre se sintetiza en un: “Se asustó”. Cuando llegás a esa conclusión protestás, te irritás, te decepcionás y te negás a creer que esas ocho letras sean el muro contra el cual te estrellaste. No entendés: si pagaste la mitad de la cuenta en el restaurante, tuviste cuidado de no hablarle de tu ex ni mencionaste que sos directora de una empresa multinacional o que te gustan los látigos. Además, medís 1,65 y pesás 60 kilos. Entonces, ¿a quién podrías darle miedo?
El extraño mecanismo del "mutis por el foro".
“La llegada de la mujer a los lugares de poder es una de las cosas que más asustan al hombre actual. La ve revolear las llaves de su auto, disfrutar de su libertad sexual, ocupar un puesto de gerente y quizá hasta ganar más dinero que él. Se rompió el estereotipo.Le cambia ron el modelo de relación con el sexo opuesto y esto lo deja vulnerable y psíquica - mente desorganizado. ¿Cuál es su reacción? Sencillamente no sabe cómo manejarse en este contexto. Como ya no es más el proveedor ni el conquistador ni el que toma la iniciativa, el hombre siente que se quedó sin rol, sin poder y sin identidad. Y ante eso, al no saber qué hacer, huye”, asegura el psicólogo Andrés Martin, coordinador de grupos mixtos de reflexión para divorciados (www.grupodedivorciados. com.ar).
Esta particular manera de reaccionar tiene su explicación. “El hombre no tiene muchos argumentos para sentarse a hablar y decirte: ‘No estoy preparado para una relación seria’ o ‘Vayamos más despacio’, por ejemplo. Por su manejo deficitario de las emociones, está en inferioridad de condiciones con respecto a una mujer para discutir cosas afectivas. Como sabe que no tiene tantos recursos, en determinadas situaciones (como cuando surge la famosa pregunta: ‘¿Qué somos?’), opta por la huída”, explica el psiquiatra Hugo Marietán (www.marietan. com), docente de la Universidad de Buenos Aires y director de publicacionesde la Asociación Argentina de Psiquiatras.
En otras palabras: nosotras hablamos de nuestros miedos, angustias e incertidumbres...y ellos directamente actúan.
Perfiles del macho en fuga
No todos los hombres son iguales, claro, pero podés identificar a los ejemplares más proclives a la fuga. Marietán dice que una gran mayoría pertenece al grupo que él denomina “refractarios”: “Tienen entre 30 y 40 o más años, y algunos matrimonios o convivencias previas, de las que se sienten decepcionados. Les da miedo repetir esas experiencias que para ellos fueron negativas. Por eso al principio se embarcan en la aventura, pero cuando se dan cuenta de que la mujer tiene un proyecto que ellos no comparten (o que los asusta, porque podría volver a ser otro mal trago), se escapan”.
Una segunda categoría es la de los narcisistas: estos hombres son capaces de desplegar todo un arsenal de herramientas de seducción. Son histriónicos (e histéricos), a veces avasallantes, y se las ingenian para despertar tus ilusiones y tus expectativas. “Generalmente ellos creen en sus fantasías, pero les falta consistencia. Cuando tienen que afrontar la realidad (en el momento de definir una relación o de encarar un compromiso, por ejemplo) se hacen humo”, asegura Marietán. Es probable que el narcisista aspire a tener una sumatoria de mujeres en su currículo (para mirarse al espejo y sentirse orgulloso de sí mismo) más que una relación genuina. También están los solitarios, que suelen huir de la pareja por dos motivos: “Algunos lo hacen porque tienen dificultades para relacionarse (en este caso, una mujer proactiva puede ayudarlos a superar esa limitación). Pero hay otros que cumplen todas las instancias del juego de la seducción, por más que sepan que no van a construir ninguna relación. Suelen hacerse los raros o los enigmáticos. En ellos hay un componente perverso: buscan tener a la mujer rendida a sus pies, a sabiendas de que no van a avanzar más”, explica Marietán.
Y otro ejemplar muy conocido es el “niño”: “Se relaciona con mujeres que le hacen de mamá y que cargan con toda la responsabilidad de la pareja. Pero en algún momento ellas pretenden que sea padre o que asuma alguna responsabilidad”, asegura este psiquiatra. Y ya sabés cómo termina esta historia, ¿no? No hay estrategias para prevenir las huidas, salvo elegir mejor a los candidatos. De todas formas, Marietán aconseja: “Tenés que aprender a ir mucho más despacio. Es clave no espantar a los hombres con los proyectos. Concentrate en vivir el momento, igual que hace él”. Esta táctica también te va a ayudar a no depositar toda tu felicidad en un desconocido: una no tan rara costumbre femenina. Para lograrlo vasa tener que instalarte por una larga temporada en el planeta “Veamos qué pasa”. Y si ese tipo que tanto te había ilusionado abandona a mitad de juego, acordate de esta frase: “Soldado que huye... es un cobarde”.