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04 agosto 2011

¿Eres una "mujer cuidadora"?

Lo hemos visto cientos o miles de veces: mujeres fuertes que parecen atraer a hombres inseguros o problemáticos y que los toman bajo su protección y cobijo para intentar organizar su vida, salvarles de sí mismos, convertirlos en personas de provecho...

Y, por el camino, ellas pierden pedazos de sí mismas y hasta su identidad y bienestar si topan con hombres especialmente problemáticos o "defectuosos".

De hecho, no atraen a los hombres problemáticos o infantiles o desubicados, los buscan sin darse cuenta porque tienen un deseo secreto de proteger, de sentirse necesarias e incluso imprescindibles y de controlar, aparentemente, la relación de pareja. Son mujeres con el "síndrome de la mujer abnegada", un peligro que, por educación y naturaleza, nos acecha a todas. Somos maternales, comprensivas, protectoras, solidarias... y necesitamos amor.

Pensar en una misma

Pero tenemos que aprender a poner límites, entendiendo y practicando, en primer lugar, que la caridad empieza por una misma y que si no estamos bien no podemos ayudar a los demás. Y, desde luego, si nos dejamos explotar por las circunstancias o por las personas de nuestro entorno, sean madres, padres, hijos, maridos o novios, no vamos a estar bien.

El "síndrome de la mujer abnegada", que es buena y se sacrifica por los demás esperando obtener algún día reconocimiento, también puede alcanzar a las mujeres que se enamoran locamente de un hombre que no les hace caso, que es emocionalmente inaccesible o que saben que no les conviene. En este caso se combina con una concepción del amor idealizada y con un impulso salvador irrefrenable.

Cómo saber si sufres de abnegación

Si siempre cedes el mejor bocado a los demás, antepones las necesidades de tu prójimo a las tuyas propias, te desvives por complacer a los demás y porque se sientan a gusto, dices que sí aunque lo que te piden te cueste muchísimo o acaba por perjudicarte... Estás entrando en arenas movedizas.

Por supuesto, hay diversos grados de abnegación, pero los estilos de relaciones y de vida que privilegian el bienestar de los demás sobre la propia felicidad nos llevan a la desgracia. Además, son tóxicos, progresivos y adictivos.

Haz cosas por ti y para ti

Es tiempo de hacer un cambio mental que empieza por practicar algunos sencillos ejercicios de afirmación:

- Di que no a algo que no te apetezca en absoluto o a la propuesta de una persona que suele abusar de tu confianza y de pedirte favores. Si no te ves capaz, sustituye poco a poco el "No soy capaz de decir no" por "me cuesta decir no" y "todavía me cuesta decir no". Seguidamente, di "No". La primera vez a una cuestión pequeña y, más tarde, a algún tema más importante.
- Mímate y "sé egoísta" de forma consciente: coge la última aceituna, sírvete primero, coge el trozo de tarta más grande o el último trozo de pizza. Verás que no pasa nada.
- Haz algo por ti: date un capricho sólo para ti sin pensar en nadie más.

Otros signos que identifican a las mujeres abnegadas o a las que aman demasiado:

- Los hombres que la tratan bien y la valoran la aburren.
- Se esfuerza continuamente en cambiar el hombre y la relación para mejorarlos.
- Lleva el peso de la relación, se siente poco querida o considerada.
- Con sus amigas hablan la mayor parte del tiempo de los problemas de su pareja.
- Piensa que el amor lo puede todo y que, finalmente, su pareja se dará cuenta de lo mucho que hace por él o de lo mucho que la quiere y que cambiará para ser el hombre que sueña.
- Se siente desgraciada en la relación, pero no puede prescindir del amor que siente ni de su "amado".
- Confunde amor con obsesión.
- Vive pensando en el futuro, no disfruta el presente sino lo bueno que está por venir (y nunca llega...)
- Vive en un torbellino emocional de ansiedad, miedo, alegría, euforia, incertidumbre...