
2. Dieta sí, dieta no. Es muy común empezar una dieta, luego estar un periodo de tiempo comiendo normalmente, volver a ella o a otra distinta, interrumpirla, etc. Se produce así el efecto yo-yo, el cuerpo nunca se adapta, desciende tu gasto metabólico y tu salud empieza a correr peligro además de que puede perder dos kilos para ganar tres a continuación. ¡Cuidado!
3. Los extras. Algunos afirman que "no entienden cómo no pierden peso, ya que comen de modo equilibrado, sin excesos ni sin pasar hambre" y en muchos de estos casos el problema es que no llevan la cuenta de las calorías que aportan algunos pequeños vicios. Uno de ellos es el alcohol, que parece que como "no se mastica" no engorda...pero sí, ya que tiene bastantes calorías. Además, al beber, tu
cuerpo procesa las calorías del alcohol primero de modo que el resto de la comida tiene más probabilidad de almacenarse como grasa.
4. Si te pasas de vueltas tampoco funciona. Obsesionarse con el ejercicio tampoco es la solución. A partir de un determinado nivel, hacer más deporte puede inducir a una ralentización del metabolismo, ya que un gasto excesivamente elevado también pone al cuerpo en "modo ahorro", así que la cuestión tampoco es pasarse. El mecanismo de conservación del cuerpo humano está muy perfeccionado y modifica su consumo ante lo que interpreta como una situación extrema (hay mucho gasto así que habrá que moderarse), de un modo similar a lo que ocurre cuando reducimos mucho la ingesta.