En efecto, se sabe que aumentar más de la cuenta, sólo puede traer problemas a la salud materna o del bebé. Por ello, una revisión de 12 estudios recientes determinó que el ejercicio es óptimo para ayudar a las embarazadas a controlar el aumento de peso.
Es que a veces el mismo estado de gestación, y más en esta época del año tan festiva o en el invierno, hacen que a las futuras mamás les cueste controlar lo que comen. El ejercicio, siempre que no haya contraindicación, es una gran clave para contrarrestar las calorías de más.
Un equipo de Múnich, en Alemania, halló que las embarazadas que hacían ejercicio engordaban 0,60 kg menos que el resto. No es mucho, pero además el ejercicio ayuda a las mujeres a mantener su aptitud física previa al embarazo, mejora el ánimo y la sensibilidad a la insulina, y no tendría efectos adversos.
Las embarazadas que engordan demasiado tienen riesgo de sufrir varias enfermedades, incluida la diabetes, la hipertensión y las complicaciones en el trabajo de parto.
Al mismo tiempo, sus bebés más pesados, que, a la vez, son más propensos a ser adultos obesos, y son más propensos a desarrollar cáncer, alergias y asma.